LA NACIÓN | Propiedades
— Si uno camina por la calle Holmberg o su paralela, Donado, en el tramo comprendido entre la calle Carbajal y la avenida Congreso, va a percibir una sensación infrecuente en la ciudad de Buenos Aires. Porque en ese trayecto -que sugiero para pasear a los porteños que no acostumbran visitar ese vecindario de Villa Urquiza y Coghlan- se mezcla al paisaje urbano con verde y arbolado una arquitectura de calidad que armoniza con el barrio contiguo y a la vez marca una nota de modernidad.
Hagamos un poco de historia. Ésta se remonta a una idea del entonces intendente Cacciatore, que decidió construir la autopista urbana (AU-3) para atravesar la ciudad de Norte a Sur. Por esa razón se expropiaron las parcelas ubicadas en la traza prevista para la obra y fueron desalojados los ocupantes de aquéllas.
Después de transcurrido un plazo sin comenzarse los trabajos, y aún más tarde, cuando esa autovía elevada dejó de ser un objetivo para la ciudad, el área se vio ocupada de modo ilegal por “habitantes temporarios” y eso ocasionó perjuicios e inseguridad en la zona y vecindarios circundantes.
El 28 de diciembre de 1999 se sancionó la Ley 324, sobre la recuperación de la traza de la ex AU-3. Esa ley se promulgó y publicó en febrero de 2000. Sus dos primeros capítulos trataban la recuperación y zonificación urbana del sector.
El plan que motorizó el Gobierno de la Ciudad, encabezado en ese momento por el ingeniero Mauricio Macri, tuvo su escenario en una franja de 14 manzanas comprendidas -como señalé al comienzo- entre las calles Holmberg y Donado, en una longitud que tiene sus límites en la calle Carbajal y la avenida Congreso. La primera construcción realizada en este nuevo asentamiento fue un edificio destinado a ubicar a los habitantes de la zona que fueron desalojados. Ya se subastaron 26 solares en una gestión revestida -según el testimonio de quienes participaron en el operativo- por una ejemplar transparencia.
El nuevo barrio-parque contará con una escuela primaria, una preescolar infantil y el Instituto de Profesorado de Educación Especial (ISPEE), que ya está en plena ejecución. Pueden verse en la caminata algunas obras artísticas -sobre todo entre Rivera y Monroe- que lucen modernas y coloridas siendo, además, una contribución póstuma del arquitecto Clorindo Testa y su creatividad.
Para asegurar una mejor accesibilidad al nuevo vecindario, y a la vez hacer más fluido el movimiento de vehículos y peatones, se realizaron dos pasos bajo nivel en las calles Holmberg y Donado. La calle Holmberg exhibe un pavimento de reciente ejecución, mientras Donado tiene un piso de adoquines. En los dos casos hay un arbolado que exalta el paisaje ciudadano del barrio y luce la arquitectura de las nuevas construcciones porque se separa de las mismas. Son ejemplares de unos 15 metros de altura con un follaje frondoso y elegante.
Las pautas de diseño que le dieron rostro al nuevo conjunto urbano son, a mi modo de ver, la altura fija, referida a la altura del arbolado existente (15 metros) y la notoria separación de las fachadas de la línea municipal (20 metros). Estas dos premisas, respetadas a rajatabla por los edificios proyectados hasta ahora, le dan al barrio una fisonomía singular que -y esto es otro mérito de la obra- se transmitió a las calles transversales. Se advierten en ellas reparaciones, obras de restauración o ampliación en los frentes y la gente tomó conciencia del cambio operado en el barrio con la aparición de ese espacio verde apto para el encuentro, la contemplación y el placer de la vida al aire libre.
Hace algo más de seis años que se dio comienzo a este emprendimiento urbano y puede percibirse un efecto parecido al que experimenta el Parque de los Patricios y su entorno, esto es, una genuina vitalidad y la sensación de que hay ideas que contribuyen a la maduración y el crecimiento de un barrio. Los proyectos, con firmas que aseguran calidad en edificios que incluyen terrazas y balcones con verde natural, entre las que aparecen el Estudio de Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona, Sallaberry, y el de Dujovne-Hirsch, han logrado un lenguaje arquitectónico de elevado rango.
Cuando Marc Augé divulgó la teoría de los no-lugares, hubo calles y esquinas que respondieron a esa calificación y en Puerto Madero se las puede encontrar con facilidad. Bueno, lo que pretenden los vecinos del nuevo barrio-parque Donado- Holmberg tienen la suerte de contar con lugares urbanos de atractivo singular,
espacios de encuentro y disfrute con rasgos que aseguran un impulso humano para muchos años.
Los fantasmas del no-lugar (esa calificación demoledora que puso en escena Marc Augé) no tienen cabida en este vecindario afortunado. Son 1500 metros de un parque lineal en el que, eludiendo la tipología de monoblock o torres aisladas (que llevaron a Puerto Madero esa imagen del no-lugar) se recompuso la sintaxis de las cuadras con la firma de estudios prestigiosos: Arkitectónica, Lacroze-Miguens-Prati, Dujovne-Hirsch, Carlos Ott, Manteola-Sánchez Gómez, Santos-Solsona-Sallaberry y Abramzon, entre otros, quienes le dieron al conjunto una estética armoniosa y serena, y que con un perfil uniforme y el verde como marco, lograron dar vida a un amable y bello barrio- parque creado en una zona que lució degradada durante muchos años.
Los proyectos, con firmas que aseguran calidad en edificios que incluyen terrazas y balcones con verde natural, entre las que aparecen el Estudio de Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona, Sallaberry, y el de Dujovne-Hirsch, han logrado un lenguaje arquitectónico de elevado rango.
Cuando Marc Augé divulgó la teoría de los no-lugares, hubo calles y esquinas que respondieron a esa calificación y en Puerto Madero se las puede encontrar con facilidad. Bueno, lo que pretenden los vecinos del nuevo barrio-parque Donado- Holmberg tienen la suerte de contar con lugares urbanos de atractivo singular, espacios de encuentro y disfrute con rasgos que aseguran un impulso humano para muchos años.
Por: Luis J. Grossman.
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